Hay distintas y múltiples, pero para decirlo de manera resumida, defendemos el sector y a sus gentes. Tratamos de hacer entender a muchos supuestos defensores del medio marino, que las comunidades costeras son también parte del mismo, que han hecho un enorme esfuerzo por conservarlo, que son las primeras interesadas en la sostenibilidad y que merecen apoyo para conservar el patrimonio de todo tipo, cultural, gastronómico, productivo, natural, etc. que conservamos gracias a las comunidades costeras.

Simplemente que profundicen en el conocimiento del sector, que escuchen a los que trabajan en él, que se acerquen y conozcan lo que somos y hacemos. Lamentablemente detrás de muchas de esas críticas hay dos problemas. En unos casos un modelo de negocio. El sensacionalismo vende y hay parte de las críticas y de la difusión de esas críticas que responde a esa realidad. Lo cierto es que este tipo de actitud está poniendo en serias dificultades a la flota atunera europea que tiene los altos estándares sociales y medioambientales pero sin embargo no se cuestiona la presencia cada vez más importante en las mismas aguas de la flota asiática, que parece tener ‘patente de corso’.

La operación Atalanta marcó el camino a seguir. Aunque nosotros, tal y como lo pedía el sector, solicitamos en Bruselas y Madrid que nuestros buques, al igual que la flota francesa, pudiera llevar militares porque era lo que recomendaban diferentes informes internacionales. Eso no fue posible por la negativa del Gobierno pero se llegó a una solución que funcionó. Parece que en el Golfo de Guinea se está incrementando la amenaza y que no se centra exclusivamente en los buques de pesca. Afecta básicamente a los mercantes. A los buques hay que ofrecerles seguridad para que puedan seguir con su actividad. Sabemos las fórmulas que dan resultado y habrá que volver a ponerlas en marcha.

Cada vez hay más etiquetas de productos, que utilizan los nombres de pescado. Me parece escandaloso que se permita una etiqueta en la que puede leerse ‘Filetes de Merluza’, ocupando toda la superficie del producto cuando debajo en un tipo casi ilegible hay que hacer un gran esfuerzo para enterarse de que, en realidad, estamos ante un ‘un producto vegetal estilo filete de pescado rebozado a base de proteínas de soja’. Esto es publicidad engañosa que va en perjuicio del sector pesquero y de los derechos de los consumidores. Por eso me gustaría que la comisión mantuviese criterios tan firmes como los que he visto, por ejemplo, con la miel de palma o la denominación de las bebidas vegetales. Llevo trabajando en esto 14 años, pero no veo voluntad política.

Siempre que puedo animo a todo el mundo a acercarse a Bermeo. No hay intervención sobre pesca que haga en el parlamento en la que no aluda a mi origen y en la que no recuerde que mi paso por esta institución es temporal. Se sustenta en mi vocación de representar esta realidad, de traer aquí la voz de un sector que necesita y merece que se le escuche mucho más. Por eso, aunque echo mucho de menos el salitre, mi medio, trato de evocarlo trayendo aquí lo que creo que significa: autenticidad. Como es público y notorio, además aprovecho la mínima oportunidad que tengo para estar en Bermeo.